El avance de los agronegocios en la región latinoamericana hace necesario señalar que a la voracidad
de un sector productivo y a los intereses estratégicos de las
transnacionales y su propuesta tecnológica, hay que agregar la actitud
de gobierno nacional que no sólo espera retenciones crecientes sino que
se empeña en apostar a la desnacionalización incrementado la dependencia con un modelo que hace cada vez más frágil a la Argentina frente a las decisiones geopolíticas de los países centrales.
Como forma de confrontar relatos, la contraofensiva descripta por Clarín, se expresó en que mientras se esperaba la sentencia del tribunal cordobés por la demanda de las Madres de Ituzaingó,
la Secretaria de Agricultura hacía pública la resolución firmada por su
titular Lorenzo Basso (ex Decano de la Facultad de Agronomía de la UBA)
aprobando una nueva semilla de soja: Intacta RR2 que contiene transgenes para resistencia al glifosato y para producir toxina insecticida (Bt). Esta semilla patentada por Monsanto, obligará a los productores a pagar regalías de por vida
mediante convenios de orden privado con la empresa transnacional. Es
transparente Norberto Yahuar, Ministro de Agricultura, cuando anuncia,
en la presentación de la semilla RR2 de Monsanto, una nueva ley de
semillas que limitará el Uso Propio (guardar parte de la semilla para la
próxima cosecha) para “demostrar al mundo que se reconoce ese valor intelectual en tecnología, que desarrollan los privados”. Según Clarín el acuerdo funcionará así: “Cuando
el productor compre semilla de soja certificada pagará el derecho
fijado. Pero si no lo hiciese, al vender sus granos se realizará un
sencillo test que permite detectar la presencia de los genes buscados. Y
si el resultado fuera positivo el comprador del grano cobrará a cuenta
del desarrollador las regalías pendientes, más caras que al principio”.
Trámite acelerado
Intacta RR2 es el evento número 27
aprobado por Agricultura en un trámite que la misma empresa reconoce, se
aceleró después de que la Presidenta escuchó en su visita a Estados
Unidos los anuncios de multimillonarias inversiones de Monsanto en Argentina (1500 millones de dólares en una planta productora de maíz, en Malvinas Argentinas, Córdoba que producirá semillas
para 3.5 millones de hectáreas, y 170 millones de dólares de dos
plantas experimentales en Córdoba y Tucumán. Sin embargo, menos
publicitado es el hecho de que desde 2011 hasta la fecha se aprobaron 10
eventos transgénicos de maíz y soja distribuidos entre Bayer, Monsanto y Syngenta.
Estas autorizaciones, que involucran informes del INTA, están en
registro con la lógica del PAN (Plan Alimentario Nacional) que dispone
para la próxima década un incremento de la superficie agrícola del orden
del 27%, incorporando al modelo agrícola 10 millones a los actuales 34
millones de hectáreas, de los cuales 71.5% está dedicada a producir el 100% de maíz, de soja y algodón con semillas transgénicas. (Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca)
Control territorial y golpe
Este aumento de la superficie de cultivos transgénicos implica el corrimiento de la frontera norte a expensa de deforestaciones de bosques y selvas, desalojos de pueblos originarios e incremento del volumen de agroquímicos. Todo en función de la voracidad de las transnacionales y de las políticas de los países centrales en busca del control del territorio y por lo tanto mayor control social con la producción extractiva de alimentos.
Los conflictos con los pueblos de las provincias del norte, la
instalación del Comando Sur en el Chaco con la “misión de ayuda y
desarrollo tecnológico” o el impúdico involucramiento de las
transnacionales asociadas a los agronegocios en el golpe al Estado en
Paraguay, hacen evidente la ofensiva de los negocios globales que
pretende cerrar las brechas de territorio norte de nuestro país en un
solo bloque con Paraguay, Uruguay, Argentina, Bolivia, Brasil y
Argentina unificando tecnologías y modalidades. Este devenir, en su
lógica, no es diferente a la campaña del desierto de Roca en los 80,
donde el objetivo del desalojo genocida y control territorial
fue la expansión ganadera con los Remington. Hoy se facilita en
beneficio del conglomerado productivo sojero y las corporaciones
transnacionales, bajo el paraguas habilitante del poder político.
Silencio científico
Los 27 transgénicos aprobados comercialmente
desde el 1996, un verdadero ariete tecnológico, imponen prácticas
inherentes del modelo, No solo cuestionables por los efectos en los ecosistemas y demás variables físicas de suelos, sino por el incremento de la contaminación química
con sus consecuencias en salud ambiental. Además, un futuro
impredecible aparece por la elusiva viabilidad y sustentabilidad de la
transgénesis. En particular por la ausencia de discusión acerca de las
incertidumbres del procedimiento tecnológico y por el silencio de la
mayoría de la comunidad científica acerca de las consecuencias de intervenir el delicado natural equilibrio evolutivo de los genomas.
Sabemos demasiado poco para jugar a crear naturalezas alternativas o
pensar en acelerar o desviar procesos evolutivos con impunidad. (GMO Myths and Truths June 2012).
Ahora el glufosinato
Pero hay un aspecto interesante a considerar en lo inmediato en la Argentina, es que 5 de esos 10 eventos transgénicos aprobados, 3 de maíz y 2 de soja, combinan la resistencia al glifosato con otra al glufosinato de amonio
(un bloqueante de la síntesis del aminoácido glutamina) para reforzar
los efectos de aquel. La necesidad de asociar en las nuevas semillas el
glifosato con el glufosinato, da cuenta de las inconsistencias
de la tecnología de los transgénicos tanto en su construcción y como en
su comportamiento en el tiempo. Sin embargo se sigue huyendo hacia
delante intentando remediar las debilidades conceptuales de la
tecnología transgénica, con soluciones que tienden a ser cada vez más peligrosas.
En Alemania no, afuera sí
Llamativamente Bayer, el segundo mayor productor de pesticidas
del mundo, recientemente anunció que retirará del mercado los
pesticidas más peligrosos de la clase 1. En ese marco, la organización
Coordinación contra los peligros de Bayer, pidió que se retirara de todo
el mundo la venta del herbicida a base de glufosinato (Liberty) que ya
ha sido clasificado como peligroso por provocar malformaciones
e incluido en la lista de 22 pesticidas que van a desaparecer del
mercado en base de la nuevas normas de la Unión Europea. Quizás por eso
hace poco menos de un año Bayer retiró a Liberty del mercado alemán. Aunque también, hace casi tres años, Bayer inauguró en Huert cerca de Colonia, Alemania, una planta de glufosinato para exportarlo
a países fuera de la Unión Europea. Es la muestra de las políticas de
las transnacionales hacia los países proveedores de transgénicos como el
nuestro, que en un año aprobó 5 semillas resistentes a la combinación
glifosato-glufosinato. (nota de prensa de Coordinación contra los
peligros de Bayer, “Bayer retira del mercado pesticidas letales”, 2011 y
Documento de la European Food Safety Authority Científica Report,
paginas 13 y14, 2005, http://www.efsa.eu.int).
Efectos
Es lógico pensar que las nuevas semillas complicarán el panorama de los impactos en salud animal y humana. El glufosinato en animales se ha revelado con efectos devastadores.
En ratones el glufosinato produce convulsiones, estimula la producción
de óxido nitroso y muerte celular en el cerebro. Con claros efectos
teratogénicos se han descrito hipoplasia (reducción o pérdida) del
prosencéfalo, arcos branquiales y extremidades con o sin tubo neural
abierto. Todos indicios de un serio compromiso del desarrollo normal del
neuroepitelio y probablemente de las crestas neurales. (Watanbe and
Iwase, Teratogenesis, Carcinogenesis and Mutagenesis 16: 287-299, 1996).
Privatización del conocimiento
La adopción por parte del cientificismo
productivista de encontrar en la tecnología una virtud inmanente,
responde a un modelo de ciencia que en verdad está dirigido desplazar
reflexión y critica sobre la modernidad y fragmentar la propiedad social del conocimiento para privatizarlo. La financiación de ciencia y tecnología con inversiones estatales como las otorgadas al grupo Sigman
para la fabricación de vacunas o anticuerpos monoclonales son producto
de un “capitalismo del conocimiento” presentado como resguardo de la
autonomía nacional. Pero que en verdad está dirigida a naturalizar y
afianzar mecanismos de apropiación por la corporaciones y sobre todo
lograr para ellas el control del desarrollo del conocimiento.
Andrés E. Carrasco _ Director del Laboratorio de Embriología Molecular de la UBA
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