15/03/13
    
La Política Agraria Común es una de las políticas europeas en la que los
 gobiernos han cedido soberanía y han constituido un mercado único desde
 su creación en 1957. Su lógica es la industrialización de la 
agricultura para el aumento de la productividad anteponiéndola a 
cualquier otra razón social, ecológica, territorial, de seguridad 
alimentaria y de solidaridad.
    
         
En lugar de proteger la producción campesina, los mercados locales y la seguridad alimentaria para las consumidoras: 
      
· favorece la producción para la exportación; 
· propicia un modelo de agricultura y ganadería industrial y mercantil 
que, bajo el acicate de la competitividad, obliga a un aumento constante
 de la productividad y elimina a las explotaciones menos competitivas; 
· precariza y proletariza el trabajo en el campo;
· favorece la concentración y verticalización del sector 
agroalimentario, siendo las multinacionales agroalimentarias las que 
hacen el negocio; 
· utiliza a las agricultoras y ganaderas como meros instrumentos del 
proceso global de producción y distribución de mercancías alimentarias, 
espoleando a los consumidores hacia la comida basura. 
Los recursos públicos de la PAC, cada vez más recortados, no son para 
impulsar la seguridad alimentaria y un mundo rural vivo, ni para 
proteger un modelo de agricultura, ganadería y silvicultura vinculado al
 territorio. Todo lo contrario, estos recursos se emplean para 
liberalizar el comercio de mercancías alimentarias y liquidar las 
pequeñas explotaciones familiares dentro y fuera de la UE.
En estos meses se está preparando una nueva reforma de la PAC, la quinta
 en su historia. Sin embargo, en lugar de aprovechar la crisis 
financiera para reformular la política agroalimentaria apostando por la 
seguridad y la soberanía alimentaria, por educar a niños y niñas en 
hábitos alimentarios saludables que potencien el consumo de frutas y 
verduras ecológicas, locales y de temporada y por la transformación de 
la agricultura industrializada y globalizada en agricultura ecológica, 
cada país está más preocupado en cómo mantener su asignación de 
subvenciones a la agricultura y la ganadería.
A su vez, está comenzando a fraguarse un Acuerdo Transatlántico de Libre
 Comercio entre EEUU y la UE que pretende aprobarse en 2014. Este 
acuerdo se propone remover los obstáculos comerciales y sanitarios entre
 ambos mercados para facilitar el flujo de mercancías, entre ellas las 
agroalimentarias promoviendo la importación de transgénicos, hormonas o 
sustancias químicas en la alimentación del ganado y el procesado de la 
carne, todas ellas prohibidas en la Unión Europea. Hace un año EEUU y la
 Unión Europea firmaron un acuerdo para el libre comercio de alimentos 
ecológicos.
Científicos independientes de la Universidad de CAEN han denunciado la 
falta de seguridad para la salud humana de los estudios que presentan 
las multinacionales para conseguir la aprobación de los transgénicos en 
Europa. En este contexto, el Acuerdo de Libre Comercio Transatlántico 
viene a rebajar las medidas de seguridad, en beneficio de las 
multinacionales biotecnológicas y agroquímicas.
El Area de Agroecología y Consumo Responsable del Movimiento de la 
Europa del Capital, la Globalización y la Guerra inició su andadura en 
julio de 2001. En pocos meses, conseguimos desarrollar un área que 
participó en la Contracumbre de la reunión de Ministros de Agricultura 
de Murcia (marzo’02), en el Foro social Trasatlántico en Madrid 
(mayo’02) y en la Contracumbre al Consejo Europeo de Sevilla (junio’02),
 así como en la convocatoria de huelga general (20J’02) contra el 
decreto del gobierno del PP reduciendo las prestaciones por desempleo. 
Los Grupos Autogestionados de Konsumo (GAKs) nos sumábamos a esta 
Campaña impulsando, desde dentro de los MMSS, un espacio para la 
soberanía y la seguridad alimentaria, reconociendo a las otras áreas 
temáticas del movimiento en una relación igualitaria y de apoyo mutuo.
Desde entonces no hemos parado de expresar, como movimiento social de 
consumidoras responsables, la alarma social y la desconfianza por los 
escándalos alimentarios y las epidemias producidas por los abusos de las
 multinacionales y las políticas alimentarias de los gobiernos.
· Elaboramos una crítica al modelo mercantil-industrial globalizado de alimentos y sus formas de distribución y consumo. 
· En esta crítica, denunciamos expresamente la Política Agraria Común 
como motor de un modelo agroalimentario internacional que extiende la 
agricultura química y transgénica, contamina la naturaleza y elimina 
agricultoras, siendo responsable del hambre en los países empobrecidos y
 de la obesidad y otras enfermedades en los países ricos. 
· Señalamos la brecha que el mercado abre entre productoras y 
consumidoras como la principal dificultad para unificar las luchas del 
campo con las de la ciudad. Cualquier solución que se plantee sólo los 
problemas de una de las partes, impide abordar el problema de la 
seguridad y la soberanía alimentaria de toda la población.
Hoy, doce años después, tenemos más razones para cuestionar la Unión 
Europea, como enemigos de la seguridad alimentaria. Hemos profundizado 
en la soberanía alimentaria impulsando el consumo responsable 
agroecológico, sin el que la producción ecológica tiene como único 
destino la exportación o las grandes superficies. Nuestra conciencia es 
hoy mayor respecto a los daños de la globalización alimentaria, los 
transgénicos, las nefastas consecuencias de la PAC y las instituciones 
internacionales para la globalización alimentaria: Organización Mundial 
del Comercio (OMC); Organización para la Agricultura y la Alimentación 
(FAO); Organización Mundial de la Salud (OMS). El azote del hambre en 
los países empobrecidos está unido al exceso y toxicidad de la comida 
basura en los países ricos. Por eso es irracional especializarnos en la 
Soberanía Alimentaria, dejando la Seguridad Alimentaria en manos de los 
gobiernos globalizadores. 
Debemos abordar la inseguridad alimentaria causada por el modelo 
globalizado de alimentación, uno de cuyos impulsores es la propia UE a 
la que pertenecemos y que se manifiesta en los países pobres (hambre y 
desnutrición) pero también en los países ricos (comida basura, malos 
hábitos alimentarios, obesidad y otras enfermedades alimentarias). En 
nuestras sociedades “avanzadas” la alimentación industrializada, 
mercantilizada y repleta de químicos, nos afecta especialmente a las 
mujeres porque, además de enfermar nuestros cuerpos, también enferma los
 cuerpos de las personas a quienes cuidamos. 
Como mujeres, la defensa de la seguridad alimentaria y el consumo 
responsable agroecológico nos concierne tanto como la igualdad entre 
hombres y mujeres. El consumo responsable agroecológico nos exige 
nuestro compromiso como consumidoras y como madres en nuestra vida 
privada, pero también como ecologistas y feministas en nuestra vida 
social. Para tomar la seguridad alimentaria en nuestras manos, debemos 
empezar por nuestra propia educación alimentaria, continuar con la 
educación alimentaria en la escuela y seguir con la construcción de 
mercados locales de alimentos ecológicos en colaboración con las 
agricultoras. Estas tareas exigen el reparto del trabajo de cuidados 
entre hombres y mujeres.
Nos sumamos a las movilizaciones de la semana del 11 al 17 de marzo “Por
 una Europa de las personas contra la Europa de los mercados” y llamamos
 a la gran manifestación unitaria el sábado 16 de marzo, 18 horas, desde
 la Pza. de España a Sol. Ecoportal.net
LOS ALIMENTOS NO SON UNA MERCANCÍA Y EL TRABAJO, TAMPOCO.
LA EUROPA DEL EURO NOS TRAE + INSEGURIDAD ALIMENTARIA Y + TRABAJO DE CUIDADOS.
17 DE ABRIL, DÍA DE LAS LUCHAS CAMPESINAS Y LA SOBERANÍA ALIMENTARIA. 
TRANSGÉNICOS, NO, NO Y NO. NI PRODUCIDOS, NI CONSUMIDOS NI IMPORTADOS. PROHIBICIÓN TOTAL.
Pilar Galindo. GAKs y La Garbancita Ecológica
http://www.lagarbancitaecologica.org
 
        
 
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