ECOagricultor el 8 mayo, 2013
La FAO es una instancia de
Naciones Unidas que aborda la alimentación y la agricultura. Fue a
través de la FAO que se lanzó la poco famosa “Revolución Verde”,
que alteró la forma de hacer agricultura de manera casi irreversible, y
que fue implementada mediante los Estados. Desde la década del
cuarenta, se empezaron a crear institutos de investigación agrícola y
facultades de agronomía en las universidades públicas, donde se
desarrollaban variedades de alto rendimiento, se crearon empresas
estatales de insumos agrícolas y los ministerios de agricultura pusieron
en marcha programas de extensión para que los campesinos adoptaran la
nueva tecnología. El financiamiento y los lineamientos investigativos
provenían del sistema de la FAO, y en el caso de los países de América
Latina y el Caribe del Instituto Interamericano de Cooperación en
Agricultura (IICA).
Con el abandono del Estado de los
asuntos agrarios —propio del neoliberalismo—, la FAO ya no es el actor
central en la revolución biotecnológica, la participación del Estado ha
sido más bien marginal y en muchos casos se ha limitado a aprobar los
paquetes tecnológicos de las empresas transnacionales de la
biotecnología y a apoyarlas, incluso entregando el material genético
desarrollado por las empresas públicas.
El Segundo Informe sobre el estado de
los Recursos Fitogenéticos. El Segundo Informe parte de la premisa de
que en el siglo XXI la agricultura mundial debe enfrentar algunos
desafíos debido al crecimiento de la población: debe producir más
alimentos, fibras y agroenergía. Esto se puede alcanzar reforzando el
uso de los recursos fitogenéticos (RRFF), y para ello, señala el
informe, es necesario desarrollar estrategias, políticas y leyes más
eficaces, que incluyan legislación sobre semillas y propiedad
intelectual, y mejorar la cooperación entre las partes interesadas en la
conservación y utilización en todas las etapas de la cadena de semillas
y alimentos, estableciendo vínculos más fuertes entre los
fitomejoradores y quienes participan en los sistemas de semillas, así
como entre el sector público y el privado,
El Capítulo IV desarrolla el “Estado de
la Utilización” de los RRFF. Sobre los cultivos transgénicos, el
segundo informe dice que la producción de semillas transgénicas aumentó
durante los últimos diez años y que en el último año se sembraron un
total de 114 millones 300 mil hectáreas, la mayoría de las cuales se
encuentran en países del Tercer Mundo, pues en países “desarrollados”
hay un retroceso o una prohibición de estos cultivos. El informe señala
que aunque hay varios países que han adoptado esta tecnología, son muy
pocos los que tienen “superficies significativas, principalmente
Argentina, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos de América, India y
Sudáfrica”.
También reconoce que estos cultivos han
enfrentado la oposición constante del público en general y de la
sociedad civil sobre todo en países europeos y otros por su posible
impacto sobre la salud humana y el medio ambiente. Señala que estos
cultivos aumentan en África de la mano de las fundaciones filantrópicas
quienes financian su investigación y desarrollo.
Entre las fundaciones filántropas se
destaca la Fundación Gates, quien apoya a una gran cantidad de
instituciones públicas y privadas, tanto africanas como de otras
regiones para el desarrollo de nuevos cultivos transgénicos. Bill Gates,
quien fuera el hombre más rico del mundo, quiere emular a Rockefeller,
cuya fundación constituyó una pieza clave en la implantación de la
Revolución Verde. Hoy Gates se inserta en la Revolución Biotecnológica.
La diferencia entre las dos “revoluciones” es que la actual está plagada
de derechos de propiedad intelectual, de la promoción de la agricultura
bajo contrato, donde las mayores beneficiarias serán las empresas. Los
programas de extensionismo no los realiza el Estado, sino campesinos
reclutados para ese propósito, para que la aceptación sea mayor, pues
será un trato entre iguales.
Hay que señalar que en Burkina Faso se abandonó el uso del algodón transgénico por los pobres resultados económicos que obtuvieron los campesinos.
El informe incluye un Anexo sobre los
últimos adelantos en tecnologías y estrategias de conservación (Anexo
III), donde se destacan los avances en la biotecnología (en los últimos
12 años):
La genómica y los campos
relacionados de la proteómica (el estudio de las proteínas), la
metabolómica (el estudio de los metabolitos) y la más reciente fenómica
(el estudio de los fenotipos en relación con la genómica) han surgido de
una confluencia entre la genética clásica, las herramientas de
laboratorio automatizadas para la generación de datos moleculares y los
métodos de gestión de la información, en especial la bioinformática.
Se destaca el uso de marcadores
moleculares para caracterizar la variabilidad genética, y para
desarrollar estrategias de conservación de los recursos fitogenéticos, y
ha permitido crear bibliotecas de ADN que, “se pueden consultar a
voluntad para realizar ensayos moleculares con ese material”, Los
depósitos están en los Jardines Botánicos de Kew en Londres, de Berlín,
Australia y Japón, es decir, lejos de donde se encuentra la diversidad
biológica.
Luego se analizan las nuevas
metodologías de fitomejoramiento, entre las que incluye la
“transformación genética”, la creación de organismos transgénicos, y
encuentra curioso que sólo se hayan podido producir cultivos
transgénicos resistentes a herbicidas y a insectos, por lo que “el
alcance de la utilidad de la transformación genética como estrategia del
mejoramiento de cultivos de rutina continúa siendo limitada”, a pesar
de que han pasado más de 25 años desde que se produjo la primera planta
transgénica; y añade que esto sucede a pesar “del potencial evidente de
esta tecnología”. Para explicar estas limitaciones, el informe señala
que:
Entre las desventajas se incluye la
ausencia de sistemas eficientes de regeneración independientes del
genotipo para la mayoría de los cultivos. Además, probablemente el
factor más limitante de todos sean las restricciones de derecho de
propiedad intelectual (DPI) asociadas.
Por lo tanto, concluye, la tecnología (y
las semillas) están controladas por un grupo pequeño de empresas. Se
muestra una gran preocupación por el papel que está jugando las normas
de propiedad intelectual en una mayor generalización de los cultivos
transgénicos, a su acceso y al desarrollo por parte de instituciones de
investigación pública.
Las invenciones de biotecnología,
incluidas aquellas relacionadas con los RFAA, han generado multitud de
patentes que prácticamente ha paralizado las iniciativas de acceso a las
innovaciones biotecnológicas.
Siguiendo con su tradición, la FAO sueña
con que sean los Estados quienes desarrollen los nuevos transgénicos,
pero es un camino sin regreso, porque aun en los gobiernos más
progresistas, imperan los regímenes de propiedad intelectual. El estudio
se lamenta que:
…son estas cuestiones de DPI las que
han impedido el uso generalizado del arroz modificado genéticamente con
alto contenido de beta-caroteno, el arroz dorado, como bien público.
No se hace ninguna reflexión sobre la
tecnología misma, y si el poco desarrollo y adopción de nuevas
características transgénicas se debe a que la tecnología no funciona.
En el caso del arroz dorado, éste se ha usado como la vitrina de la
industria biotecnológica para demostrar que hay transgénicos
especialmente diseñados para aliviar el problemas de los pobres. Y ya
pasó casi una década y aún este arroz no llega a los consumidores.
Muchos se preguntan si en realidad va a suplir las necesidades de beta
caroteno que las comunidades con deficiencia de vitamina A tienen, pues
se ha encontrado que este arroz tienen menos del 1% de beta caroteno que
lo esperado, y que esta cantidad se pierde en un 50% luego de la
cocción (Then, 2009).
El II Informe mira los cultivos
transgénicos como una necesidad para superar los problemas de seguridad
alimentaria, y le preocupa que los derechos de propiedad intelectual
constituyan un obstáculo para que se pueda trabajar más en el
desarrollo, desde el sector público, en nuevos cultivos transgénicos.
Como alternativa se propone que:
A medida que más países en
desarrollo adquieran la capacidad requerida para responder a las normas
reglamentarias que rigen el cultivo de OMG, especialmente aquellas
alineadas con las normas de bioseguridad, tal como se enuncian en el
Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad, será necesario impulsar
iniciativas conjuntas orientadas a la creación de capacidad para
analizar las restricciones de DPI que efectivamente obstaculizaron la
exploración de todo el potencial de la transgénesis en los RRFF.
Finalmente, este Anexo mira mucho
potencial en desarrollar nuevas variedades transgénicas capaces de
enfrentar distintos tipos de estrés abióticos.
La eliminación de las barreras
tecnológicas será clave para aprovechar la transformación genética y
abordar los caracteres poligénicos, en especial aquellos relacionados
con el cambio climático y las variaciones, como las sequías y la
salinidad.
El tema de la salud. Luego de señalar
que la diversificación en la dieta de las poblaciones vulnerables es muy
importante, el informe desarrolla el tema de los cultivos
biofortificados como alternativas a la deficiencia de ciertos nutrientes
en países del Tercer Mundo.
Se han identificado importantes
aminoácidos mutantes en varios cultivos, pero fueron explotados en su
mayor medida en el mejoramiento de maíz para tener un elevado contenido
de lisina (maíz con proteínas de elevada calidad, QPM —quality protein
maize—) y en el cruzamiento interespecífico para producir Nuevo Arroz
para África (NERICA) con alto nivel de proteínas.
Y luego menciona los cultivos biofortificados, sin hacer mención que se trata de cultivos transgénicos:
La aplicación de la bioquímica, la
genética y la biología molecular para manipular la síntesis de
compuestos vegetales específicos ofrece un camino prometedor para el
aumento del valor nutricional de los cultivos.
Entre estos cultivos señala al arroz
dorado, el arroz reforzado con hierro, el programa del sistema CGIAR
llamado HarvestPlus, para desarrollar una amplia variedad de cultivos
donde se potencie los contenidos de betacaroteno, hierro y zinc, (a
través de fitomejoramiento) y las iniciativas financiadas por la
Fundación Gates que incluyen la modificación genética de plátano, la
yuca, el sorgo y el arroz para incrementar el contenido de nutrientes.
En cuanto al cambio climático, el informe señala:
Es probable que ciertos cultivos
actualmente infrautilizados asuman una mayor importancia a medida que
algunos de los cultivos para alimentos básicos actuales se vean
desplazados. Será de gran importancia caracterizar y evaluar una gama de
germoplasma tan amplia como sea posible para evitar, resistir o tolerar
los estreses principales, como la sequía, el calor, las inundaciones y
la salinidad de la tierra. También se necesita investigación para
entender mejor los mecanismos fisiológicos, los procesos bioquímicos y
los sistemas genéticos involucrados en dichos caracteres.
Aunque no se hace ninguna mención a los cultivos transgénicos, el informe señala que:
Se estima que el cambio climático
tendrá un impacto significativo en un futuro relativamente cercano y,
dado el largo tiempo necesario para un ciclo de mejoramiento de cultivo,
es fundamental que todas las acciones necesarias se realicen de
inmediato para fortalecer y acelerar los esfuerzos de mejoramiento.
Se dice con frecuencia que una de las
ventajas de la ingeniería genética es que se puede obtener nuevas
características en los cultivos de manera mucho más rápida que con los
métodos convencionales.
Aspectos normativos. El informe cubre el
estado del desarrollo normativo sobre medidas fitosanitarias,
reglamentaciones sobre semillas, DPI, derechos del agricultor y
bioseguridad.
Muchos países han desarrollado normas
fitosanitarias o han enmendado las existentes para que reflejen “los
conceptos y las normas del Acuerdo sobre la Aplicación de Medidas
Sanitarias y Fitosanitarias de la Organización Mundial del Comercio”.
Uno de los principales cambios que
se introdujeron es el requisito de que toda decisión de importar
plantas, productos vegetales y otros artículos reglamentados deba tener
un fundamento científico.
Lo que el informe no dice que es que algunos países del Tercer Mundo muestran que la implementación de normas fitosanitarias, alineadas con lo exigido por la OMC, ha liquidado agriculturas campesinas.
En cuanto a las semillas, el informe reconoce que:
Hubo un aumento importante en el
comercio internacional de semillas, que está dominado por menos y más
grandes compañías de semillas multinacionales que en 1996. El interés de
dichas compañías sigue estando sobre todo en el desarrollo de
variedades mejoradas y la comercialización de semillas de alta calidad
de los cultivos principales, de los cuales los agricultores reemplazan
las semillas todos los años.
Se señala que la armonización de leyes de semillas facilita su comercio internacional, y añade que:
La expansión del comercio de
semillas durante las últimas décadas estuvo acompañada por el desarrollo
de marcos regulatorios referentes a semillas cada vez más
evolucionados. Están generalmente dirigidos a apoyar el sector y a
mejorar la calidad de las semillas que se venden a los agricultores. Sin
embargo, recientemente, surgieron algunas preguntas sobre varios de
estos sistemas regulatorios. En algunos casos, las reglamentaciones
pueden producir mercados más restringidos y un comercio transfronterizo
más reducido. Esto puede limitar el acceso de los agricultores a la
diversidad genética o causar largos retrasos en la aprobación de
variedades. Las reglamentaciones aplicadas a las semillas pueden ser
complejas y costosas, e incluso hay casos en los que las
reglamentaciones han prohibido los sistemas informales, aunque estos
sean responsables de suministrar la mayoría de las semillas.
En América Latina se están implementando
leyes de semillas que prohiben el libre flujo (comercialización,
intercambio) de semillas campesinas, con el fin de que se impongan las
semillas certificadas, en la mayoría de casos controladas por las
empresas1.
Entre las recomendaciones del informe se incluye la necesidad de desarrollar:
una adecuada protección de la
propiedad intelectual y los procedimientos para certificación de
semillas para variedades mejoradas mediante fitomejoramiento
participativo.
El informe señala que la mayoría de
países han adoptado sistemas de protección de obtentores vegetales, como
respuesta a la obligación que tienen de implementar el Art. 273.a de
los ADPIC. Muchos se han adherido al Acta UPOV 91 como imposición de
los Tratados de Libre Comercio, y pocos han adoptado sistemas de
patentes a plantas, especialmente en América Latina. La adhesión a UPOV
ha causado mucha oposición dentro de las organizaciones de la sociedad
civil2.
Finalmente se analiza la adopción de
normas de bioseguridad, la mayoría de las cuales están enmarcadas en el
Protocolo de Cartagena. Estas normas han facilitado el ingreso de los
cultivos transgénicos en los varios países donde han sido adoptadas.
Conclusiones. La Comisión de Recursos
Fitogenéticos de la FAO tiene como objetivo promover y conservar la
biodiversidad agrícola de los países. En su sitio web dice que sus
objetivos son:
asegurar la conservación y la
utilización sostenible de los recursos genéticos para la alimentación y
la agricultura y la distribución justa y equitativa de los beneficios
derivados de su uso, para las generaciones presentes y futuras3.
En su Segundo Informe, la comisión hace una revisión sobre el estado de conservación y uso de estos recursos, pero incluye a las semillas transgénicas como parte de ese patrimonio natural que hay que preservar y promover, y esto no lo hace abiertamente en el cuerpo del texto del informe, sino a través de un anexo, donde abiertamente los promueve.
Siguiendo la tradición de la FAO, el
informe considera que las instituciones públicas deberían jugar un rol
más importante en la investigación y desarrollo de nuevas variedades
transgénicas, que ayuden a paliar el hambre de una población creciente y
a enfrentar los estragos del cambio climático.
No hace una crítica a la tecnología, aunque reconoce que existe una creciente oposición de la sociedad civil a la expansión de estos cultivos.
El informe es ambiguo en el tema de la
propiedad intelectual porque por un lado defiende la importancia de su
implementación para el caso de semillas híbridas de alto rendimiento,
así como los sistemas de certificación, a pesar de que ambos son
factores que reducen la agrobiodiversidad, porque promueven las
variedades industriales, pero por otro lado, los mira como un obstáculo
para el desarrollo de los cultivos transgénicos.
Referencias:• Bravo Elizabeth. 2009. GMOs in Africa. African Centre for Biosafety. Inédito.
• FAO. 2011. El Segundo Informe sobre el estado de los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura en el Mundo. Comisión de Recursos Fitogenéticos para la alimentación y la agricultura de la FAO. (Roma).
• González Garibay Gerardo y Ishi Rubio Cisneros Igor. 2013. Leyes de semillas: Legislación y política ambiental de fractura para la diversidad de México. /Permacultura.org.mx/
• http://www.permacultura.mx/report/leyes-de-semillas
• GRAIN (2011). “El ataque contra las semillas en Chile”. Biodiversidad, Sustento y Culturas, núm. 69.
• Then, Christoph. 2009. The campaign for genetically modified rice is at the crossroads. A critical look at Golden Rice after nearly 10 years of development. Foodwatch Germany.
Notas:
1 González y Rubio, 2013.
2 Ver GRAIN (2011)
3 http://www.fao.org/nr/cgrfa/es/
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