Cabe preguntar a quién beneficiará todo este dinero. Y la respuesta no es otra que al sector financiero: los bancos y las entidades prestatarias a nivel internacional, las cuales han sido responsables principales de la crisis actual.
La moraleja de todo esto parece una broma de muy mal gusto: “puedes causar una crisis internacional que llevará al desempleo y la quiebra a millares de ciudadanos en el mundo, que de todos modos los dineros públicos vendrán a tu rescate una y otra vez… y con acuerdo de los principales gobiernos del mundo”. Esa parece ser la moraleja.
Son por este tipo de motivos por los cuales se alzan eventos como la Cumbre de los Pueblos frente al G20, la cual forma parte del proceso de cumbre de los pueblos que hacen presencia en cada momento y en cada lugar donde la institucionalidad de este mundo injusto se reúna para convalidar su orden. Porque será la pobreza la que financiará la riqueza, las víctimas del ajuste en España los que auxiliarán a la banca europea, los trabajadores de los países empobrecidos los que rescatarán a bancos que se enriquecerán con estos mecanismos. Son estas grandes contradicciones las que denuncia el proceso de Cumbre de los Pueblos.
Pero no es solamente el tema de la banca la que ha cruzado los debates dentro del G20 oficial. España, país oficialmente no miembro del G20 pero con Gran Bretaña como aliada al efecto, solicitó la expulsión de Argentina del G20 por haber incumplido compromisos dados en el ámbito del G20 en sesiones anteriores. Al mismo tiempo, el gobierno de Chile prontamente se prestó para remplazarla iniciando un lobby para lograr dicho objetivo. El motivo de este pedido español es la alusión al caso de la expropiación de la empresa española Repsol como excusa para mostrar los compromisos rotos por Argentina. Lo llamativo es que lo invoque el gobierno que expropió el banco Bankia a poco después de la decisión argentina de expropiar el 51% de las acciones de la petrolera Repsol.
El real objetivo de estas acusaciones es mostrar que los gobiernos están haciendo mucho por la crisis, por respetar los compromisos asumidos y por aparentar que el proceso de cumbres del G20 está dando frutos. Lo cierto es que dichos frutos, de haberlos, no ayudan a los pueblos, y es esto lo que los gobiernos callan.
Por ello es que el principal argumento sostenido por los movimientos sociales en torno al G20 sea su ilegitimidad. Pareciera haber una transmutación en las representaciones que se asumen desde los procesos electorales hasta la composición del Grupo de los 20. Los veinte gobiernos han sido elegidos por la voluntad popular de su ciudadanía, mas cuando ellos se reúnen en esa “mesa chica” de las 20 naciones más poderosas del mundo –dejando afuera de la misma a las 173 naciones restantes-, la representación parece dirigirse hacia los intereses corporativos mas que a las necesidades sociales. Así es cómo estos 20 gobiernos, incluso dentro de sus matices, se han autoconvocado para hallar supuestas salidas a la crisis, cuando sus resoluciones no se apartan del decálogo neoliberal.
Por todos lados de la ciudad de La Paz, en la Baja California, se daban expresiones de esta confrontación de los intereses corporativos a las necesidades sociales. La movilización surgida por la Cumbre de los Pueblos frente al G20 en La Paz sorprendió a los apacibles visitantes de ese destino turístico, que irrumpieron la acomodada agenda electoral ante sus reclamos de justicia, dignidad y solidaridad entre los pueblos.
Las mesas que conformaron el seminario internacional realizado tanto en la capital mexicana como en La Paz fueron las actividades que organizó la Coalición Mexicana frente al G20, cuya finalización cerró con un festival al atardecer de la exquisita costa californiana.
El derrotero de cumbres oficiales del G20 seguirá en año entrante en Rusia. Seguramente pocos serán los mexicanos que puedan estar allí expresando lo que se manifestó en esta semana. Sin embargo, allí seguramente se manifestará la sociedad rusa así como otros miembros de otras naciones del mundo, dado que lo que se resuelve en esta “mesa chica” de la globalización afecta a los 7.000 millones que habitamos el mundo. Porque ellos son 20 y nosotros somos 7.000 millones, y donde sea que se encuentren, estaremos. www.ecoportal.net
Javier Echaide (CADTM – AYNA / ATTAC – Argentina
No hay comentarios:
Publicar un comentario