En los últimos tiempos se ha puesto muy en boga un nuevo modelo
económico capitalista que se tiñe de verde y que toma forma a partir de
los discursos dominantes, este nuevo modelo económico es el que se
conoce como: “economía verde”.
El PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente),
considera que una economía verde “debe mejorar el bienestar del ser
humano y la equidad social, a la vez que reduce significativamente los
riesgos ambientales y las escaseces económicas.
En su forma más básica, una economía verde sería aquella que tiene bajas
emisiones de carbono, utiliza los recursos de forma eficiente y es
socialmente incluyente”. Sí bien esta definición puede resultar dulce,
bonita y seductora, mostraremos en adelante las principales falacias
sobre las que se sustenta este modelo:
1. La economía verde es la mejor salida frente a la crisis climática:
Bajo estas palabras se busca instalar la cuestión de la crisis como
“oportunidad”, partiendo de la identificación de que la crisis actual
encuentra sus raíces en una incorrecta asignación de capital. Como el
capitalismo no es un invento nuevo, bien sabemos que el mismo es capaz
de reinventarse a partir de auto-diagnosticarse en estado de “crisis”,
de esta manera las “crisis” contribuyen a que el mismo sistema pueda
seguir reproduciéndose, potenciándose y manteniéndose en pie. Las
“crisis” abren brechas de oportunidad para plantear cambios en el
paradigma productivo, así como el neoliberalismo surge de la crisis del
Estado de Bienestar, la idea de instalar globalmente la cuestión del
clima como crisis, permite impulsar bajo otro color, otro ropaje, un
paradigma productivo que en sí es más de lo mismo.
Para ello, y sin sorpresas, este nuevo paradigma productivo crea todo un
entramado simbólico que lo sostiene, resignificando un universo ya
conocido bajo la etiqueta “verde”, apareciendo de este modo: las
finanzas verdes, los negocios verdes, las inversiones verdes, los
capitales verdes, los empleos verdes, las empresas verdes, los mercados
verdes, la responsabilidad social verde; e incluso también: los
gobiernos verdes, los partidos verdes, las organizaciones verdes, y
hasta los movimientos verdes que se convierten en actores claves a la
hora de predicar las bondades de este modelo.
2. La economía verde sustituye los combustibles fósiles por energías
renovables y tecnologías con bajas emisiones de carbono: Para el PNUMA
el origen del problema del cambio climático, se halla en el sistema
energético actual, basado en la utilización de combustibles fósiles.
Cómo dijimos anteriormente, así como el hecho de plantear la cuestión
del “clima” en estado de “crisis” permite impulsar el nuevo esquema de
economía verde; de la misma manera declarar el “estado de emergencia de
los combustibles fósiles” permite impulsar, por su parte, una nueva
matriz energética basada en el fomento de los agrocombustibles. En este
sentido, cabe aquí hacer un gran paréntesis, pues no todas las energías
por el simple hecho de ser renovables, son sustentables. Y si la
ecuación es producir más agrocombustibles para reemplazar el petróleo y
de este modo mitigar los efectos contaminantes, entonces nos están dando
mal las cuentas, pues los agrocombustibles no mitigan la contaminación,
y generan por su parte, una magnitud de efectos colaterales, como una
disminución en la producción de alimentos por el avance sobre áreas
cultivables (entre otras).
3. La economía verde genera puestos de trabajo bajo la forma de “empleos
verdes” e impulsa la equidad social: Desde el “discurso verde” se
sostiene que es posible alcanzar un “desarrollo económico sostenible”, a
partir de detectar los distintos “capitales naturales” (aguas, bosques,
etc.) e invertir en ellos para generar empleos. Lo cual reformulado en
otras palabras sería: “generamos empleos a costa de aumentar la
extracción y el saqueo de nuestros bienes comunes”.
Por otra parte, desde esta misma “doctrina verde” se brindan consejos
sobre aquellos sectores económicos que “más prometen” dentro de esta
búsqueda insaciable por el “crecimiento verde”: para los países
históricamente productores de materias primas –como los del Sur- esas
promesas de desarrollo se encuentran en el sector de la reforestación y
de los agrocombustibles (modelos NO sustentables). Y para los países
históricamente productores de bienes de capital –como los del Norte-
esas promesas de crecimiento se encuentran en el sector de las
tecnologías verdes y de las energías renovables. De hecho ya hay un
grupo de países muy reducidos que transitan por ese sendero y que son
los más beneficiados dentro de este esquema de reparto mundial:
Alemania, Brasil, China, EEUU y Japón. Fotografía que además deja en
claro el poco interés que hay por cambiar la estructura actual del
capitalismo.
4. La economía verde favorece al desarrollo sostenible ayudando a la
conservación del planeta y a la erradicación de la pobreza: Si la
economía verde se sustenta en el crecimiento económico como un medio y
como un fin para alcanzar sus metas; entonces el único desarrollo que
produce es un “desarrollo de desigualdades”, donde lejos de erradicar la
pobreza contribuye a profundizarla aún más.
Más claro… échale agua:
Sí de lo anterior quedaron algunas dudas, observemos el discurso de Ban Ki- Moon al respecto:
“…En un momento en que la economía global está agitada, necesitamos
crecimiento. En un momento en que el desempleo está creciendo en muchos
países, necesitamos nuevos empleos. En un momento en que la pobreza
amenaza con afectar a cientos de millones de personas, especialmente en
las partes menos desarrolladas del mundo, necesitamos una promesa de
prosperidad; esta posibilidad está al alcance de nuestra mano… Hemos
experimentado grandes transformaciones económicas a través de la
historia: la revolución industrial, la tecnológica y la era de la
globalización. Ahora estamos en el umbral de otra: la era de la economía
verde… En la crisis de hoy reside la oportunidad de mañana, una
oportunidad económica, medida en empleos y crecimiento... Sabemos que
los más pobres entre los pobres del mundo son los más vulnerables al
cambio climático. También son los más vulnerables a las sacudidas de la
crisis financiera. Como líderes mundiales, estamos moralmente obligados a
asegurar que las soluciones a la crisis financiera global protejan sus
intereses, y no sólo a los ciudadanos de las naciones más ricas…
Nuevamente, una solución para la pobreza también es una solución para el
cambio climático: el crecimiento verde. Para los pobres del mundo, es
una clave para el desarrollo. Para los ricos, es la modalidad del
futuro…”
¿Y qué color le ponemos al capitalismo?
Tal como dice un dicho criollo “por más blanca que sea la chancha, la
morcilla siempre es negra”. Y con esto, podemos decir que a la economía
la podemos llamar verde, rosa, naranja, o adjetivarla con el color que
más nos guste, pero en el fondo sigue siendo una economía capitalista.
Por ende, sí queremos cambios a los retos y desafíos actuales los esfuerzos deben orientarse a un verdadero cambio de sistema. www.ecoportal.net
Salomé Vuarant (Semillas de Rebelión- Rosario)
Fuentes:
- Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA); “Hacia una
economía verde: guía para el desarrollo sostenible y la erradicación de
la pobreza, Síntesis para los encargados de la formulación de
políticas”, 2011.
- Ban Ki- Moon “La gran máquina de empleos verdes”, 27 de octubre de 2008
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