ECOagricultor el 30 diciembre, 2013
Un 68 por ciento del costo de los
alimentos agrícolas producidos en Australia corresponde a productos
químicos y pesticidas. Esto equivale a $ 26 mil millones de dólares,
indicó un reciente estudio preparado por Deloitte para la CropLife. Algo similar podría estar ocurriendo en otros países.
Esta actividad que produce los alimentos
ocupa en dicho país tan sólo 9.250 personas en tiempo fijo, y da
alimentos a más de 21 millones de habitantes.
“¿Entonces tras ello deberíamos felicitarnos todos y comérnoslos?”, se preguntó The Conservation.
Opositores a esta práctica advierten que se está destruyendo el ambiente y produciendo alimentos contaminados.
“Los pesticidas (insecticidas,
herbicidas y fungicidas) se aplican en grandes áreas de la agricultura y
el medio urbano, sus usos representa una fuente importante de
contaminación química que es difícil de controlar”, según The
Conservation.
En cambio el CEO de CropLife de
Australia, Matteo Cossey, destacó tras el estudio de Deloitte, que “sin
el uso de agroquímicos aprobados, modernos, Australia estaría incapaz de
producir cerveza, vino y una serie de productos locales”, según
informa Foodmag.
El representante de Deloitte Access
Economics, Steve Brown, destacó que el estudio evidencia como incide el
sector ‘fitosanitario’ en la economía, ocupación, exportación,
producción y comercio.
Los insecticidas eliminan del sector no
solo los posibles parásitos, sino todo tipo de buenos insectos, y
justamente a aquellos que se comen a los insectos que dañan a la
agricultura. “Aquellos (parásitos) que logran escapar del spray, se
multiplican de manera descontrolada”, destaca The Conservation.
El uso excesivo y la dependencia de los
pesticidas causaron que las malas hierbas y los insectos desarrollen
resistencia a estos, lo que se tradujo en aún mayor uso de pesticidas,
en un intento de resolver el problema, agrega el reporte australiano.
Un ejemplo citado es el del excesivo uso
de insecticidas por la industria algodonera, que en los años 90
propició la plaga de la polilla, la cual destruyó las cosechas. Como
medida, los algodoneros adoptaron el algodón genéticamente modificado
que incluye una toxina bacteriana.
Una reciente investigación francesa publicada en la Revista Nature Biotechnology indicó tras examinar 77 estudios en ocho países, que 13 especies de parásitos aumentaron la resistencia en el cultivo de algodón transgénico. Para los científicos, este hecho indicó un aumento, en comparación con el año 2005, en que se encontró un solo caso.
Según un estudio de la CSIRO, también
citado por Conservation, en Australia, lo que se detectó en sus
investigaciones, es que se produjo aumento de parásitos con genes de
resistencia a un solo tipo de insecticidas usado.
Transnacionales que venden semillas
genéticamente modificadas están promoviendo su solución a los productos
alimenticios, que requieren grandes cantidades de pesticidas, y sus
productos son cuestionados en el ámbito de la salud humana.
En Australia como en otros países en el
mundo se está discutiendo el uso de agroquímicos y si se debe aplicar o
no a moratoria de productos genéticamente modificados. El sur de
Australia promueve mantener una prohibición de su cultivo.
A su vez en Tasmania, existe una
moratoria al uso de transgénicos y el Vicepresidente Bryan Green,
comentó que “la moratoria en Tasmania sirvió mucho, y creía que debería
continuar”, informa Foodmag.
“Estar sin OGM es una gran medida en la
marca de Tasmania y es vital para nuestro éxito en el mercado nacional e
internacional más exigente”, dijo en sus declaraciones.
“La actual política busca posicionar
Tasmania en el mercado global como productores de alimentos
verdaderamente libre de productos genéticamente modificados”, agregó
Bryan Green. La gran época
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