Reflexionar
Los consumidores ecológicos son reflexivos y críticos. Reconocen que los
seres humanos, como los demás seres vivos, forman parte de un todo
interrelacionado: la naturaleza. Cualquier acción que antepone a los
seres humanos en detrimento de la naturaleza repercute de forma directa o
indirecta en el bienestar humano actual y el de las generaciones
venideras. La información y la educación ambiental son claves para que
los ciudadanos puedan repensar su manera de consumir.
Las decisiones coherentes con esta postura son muy diversas: elegir
bienes y servicios comprometidos con el medio ambiente, caminar, ir en
bicicleta o en transporte público en lugar del coche privado, apoyar el
uso de las energías renovables y huir en lo posible del uso de
combustibles fósiles, consumir alimentos frescos, de temporada y
cercanos, vestir ropas realizadas con fibras naturales, etc.
Rechazar
Los productos tóxicos, no biodegradables o no reciclables deben quedarse
fuera de la lista de la compra. Este tipo de productos pueden estar en
muchos ámbitos del hogar y, siempre que se pueda, hay que rechazar su
uso y sustituirlos por otros más respetuosos con el medio ambiente. La
limpieza de la casa o de la colada se pueden hacer de manera ecológica
sin recurrir a productos industriales.
Los productos tóxicos, no biodegradables o no reciclables deben quedarse fuera de la lista de la compra
Las etiquetas y la información al consumidor de los productos pueden
ayudar a discernir cuáles hay que rechazar. Conocer bien los símbolos de
reciclaje puede servir para saber si los materiales se recuperarán
cuando acabe su vida útil. Algunos productos tienen un gran impacto
ambiental y, por ello, conviene rechazarlos. Es el caso de los artículos
que utilizan CFC, causantes de la destrucción de la capa de ozono,
otros que tienen una alta huella de carbono, consumen una gran cantidad
de agua virtual, causan la deforestación de bosques vírgenes, se basan
en el tráfico ilegal de especies amenazadas o utilizan artes de pesca
ilegales o sobreexplotan de los caladeros, entre otros. Como posibles
sustitutos, se pueden consumir los productos que garantizan la
utilización sostenible de los bosques (sello FSC) o de los recursos
pesqueros (sello MSC), los productos ecológicos o de comercio justo.
Reducir
El resultado de la fórmula es evidente: menos bienes, menos gastos,
menos explotación de los recursos naturales y menos contaminación y
residuos. No hay que dejar de consumir, sino hacerlo con cabeza. Antes
de adquirir un nuevo producto, conviene preguntarse si de verdad es
necesario.
Los consumidores pueden reducir su impacto ambiental de muchas maneras. Al comprar, hay que evitar los productos con un empaquetado excesivo.
Siempre que se pueda, hay que elegir los tamaños grandes y los
productos concentrados para generar menos basuras y, a la vez, ahorrar
dinero. El agua no es un bien inagotable aunque lo parezca cada vez que
se abre el grifo. Diversos consejos permiten reducir su consumo sin que
sufra el nivel de bienestar. De igual manera, la generación de energía
supone la utilización en gran parte de combustibles que generan
contaminación, como el petróleo o materiales radiactivos, y la
explotación de la naturaleza. El gasto en energía también se puede
disminuir en casa mediante unas cuantas pautas sencillas.
Reutilizar
Prolongar la vida útil de los bienes contribuye al ahorro doméstico y a
disminuir el impacto ambiental. Los envases o productos de usar y tirar
son la antítesis de un consumo responsable y ecológico.
Prolongar la vida útil de los bienes contribuye al ahorro doméstico y a disminuir el impacto ambiental
La reutilización es posible de muchas formas. Al hacer la compra,
conviene llevar bolsas de tela o de otros materiales que permitan su uso
prolongado y eviten las perjudiciales bolsas de plástico. Las baterías
recargables son menos nocivas que las de un solo uso. Las hojas de papel
se pueden utilizar por ambos lados y las cajas de cartón se pueden
aprovechar más veces para guardar otros objetos. Los libros, los discos,
la ropa, etc. se pueden intercambiar entre familiares y amigos, y
tampoco está de más darse una vuelta por los mercados de segunda mano.
Lo barato sale caro, no solo para el bolsillo, sino también para el
medio ambiente. Los productos muy baratos de mala calidad no duran nada y
acaban en la basura. En su lugar, los bien elaborados se pueden
reutilizar más veces. Cuidar de manera adecuada los productos, hacer
caso de las recomendaciones de los fabricantes y repararlos siempre que
se pueda favorecerá que duren más. Una forma más sofisticada de
reutilizar es el denominado "upclycling", que transforma un objeto sin
uso o destinado a ser un residuo en otro de igual o mayor utilidad y
valor. Los consumidores logran nuevos productos y se ahorran dinero.
Reciclar
Separar los residuos de manera adecuada para su posterior reciclaje es
una acción con múltiples beneficios medioambientales. Las basuras
recicladas no acaban en los vertederos, cada vez más saturados, los
materiales desechados se aprovechan para elaborar nuevos bienes y, por
ello, se evita la extracción de nuevas materias primas y se reduce el
consumo de energía en su elaboración. Al reciclar una lata de aluminio,
se ahorra una cantidad de energía similar a la que consume un televisor
durante tres horas. Un bien con aluminio reciclado consume un 5% de la
energía que necesitaría si se basara en material virgen. EROSKI CONSUMER
ofrece a través de su escuela de reciclaje o de sus distintos artículos
toda la información necesaria.
De manera similar, los consumidores también pueden practicar el
compostaje un sistema que transforma la basura orgánica en varias
aplicaciones ecológicas.
Redistribuir
Los desequilibrios entre los países ricos y pobres no sólo afectan a sus
habitantes, sino también al medio ambiente. La humanidad ha duplicado
en los últimos 40 años su huella ecológica global, de manera que el
consumo actual se basa en la utilización de los recursos de otros
territorios o de generaciones futuras. Si todas las personas del mundo
vivieran como un ciudadano medio de EE.UU. o de Emiratos Árabes Unidos,
se necesitarían más de 4,5 planetas Tierra. La huella ecológica de los
españoles también es alta: se requieren más de tres superficies como la
de España. El medio ambiente y la humanidad no pueden soportar de manera
indefinida este desarrollo insostenible y, por ello, hay que
redistribuir el consumo de manera equitativa. Los productos con una
menor huella ecológica o basados en principios de comercio justo pueden
disminuir estas diferencias.
Reclamar
Los consumidores pueden y deben tener una participación activa en las
actividades que influyen en su vida cotidiana. La ley ampara la
posibilidad de reclamar y exigir actuaciones que contribuyan a mejorar
el medio ambiente y la calidad de vida de los ciudadanos. Las líneas de
acción son muy diversas: reclamar a las instituciones más medidas para
conservar y recuperar el medio ambiente, reclamar más infraestructuras
para poder reciclar, reclamar un mayor apoyo a los productos ecológicos y
a las energías renovables, reclamar el uso de bolsas reutilizables en
los supermercados en vez de las de usar y tirar, reclamar más productos
reciclados y reciclables, reclamar más información medioambiental, etc.
Los consumidores son la base del sistema productivo y sus decisiones de
compra pueden modificar las tendencias del mercado. Por ello, realizar
un consumo responsable es una manera indirecta de reclamar a las
empresas que incluyan la variable ecológica en sus bienes y
servicios.Ecoportal.ne
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